miércoles, 22 de abril de 2020

de muertos y un loco – de un loco y los muertos


Fonemas, prosemas, poemas, esquemas, enemas
nos hacemos los locos de nuestras propias entrañas
Marañas enredando pensamientos y al polvo
como telarañas trepadoras gigantes
portando la ponzoña de la araña que devino en néctar
e infecta la pared de flores naranjas
las que vi en El Crucero
                                        entre el frío y la bruma
acababan de enterrar a alguien
en una de las esquinas opuestas a mi calle.
Yo hacía el pan de noche
hacía el pan y el café para las plañideras
que ahí estaban sentadas en las sillas de plástico
todas rencas, todas desdentadas, todas en pena pagada.
El humo de la hornilla me calentaba
llevaba un grueso suéter que aún olía a ella
portaba sus calzones, los que habíamos intercambiado
la última de las veces que estuvimos juntos
realmente juntos, ¿me entendés?
El viento dispara afónico hacia el vacío
aquí no hay luces. Ya lo dije. Aquí todo se pierde entre las brumas
triste imperio del desconsuelo mientras la silla de la matriarca
hace chirrín-chirrín
          y ella se opone a irse a dormir
porque sabe que el ánima de su crío saldrá pronto de ese cofre-ataúd
¡qué tercer día ni que ocho cuartos!
saldrá pronto
y ahí habrán pesquisas y cuestionarios
y el tufo invasivo de los peritos
y las sirenas haciendo uiu-uiu, reflejándose en el espejo de bordes neoclásicos.
Clásico es el tapi de los vecinos
medido al ojo y servido en sendas tazas de café.
Los niños, los pequeños nenes ateridos de frío
váyanse a acostar ya, pero no hacen caso cómo son de fisgones.
Ahí en la sala se elevan las penas y los llantos en sostenido
nadie cruza miradas, hay diálogo en los llantos y con eso basta
entonces alguien se anima a rasgar la guitarra
que de tan tostada se agrieta
pero qué fiel y agraciada que suena
qué rico resuena y rebota en las paredes
despierta alientos de fuego
          luego, la enésima tanda de café
los niños ya se escaparon del fuero común
y ahora juegan a los fantasmitas en el patio
sin percatarse que los espectros van organizándose en fila india
jalando parejo, huestes sin trono ni mando
sólo porque sí
dispuestos al sudor de las carnes, los hedores, el miedo pueril
y todas esas cosas que de tan humanas se añoran.
¡Viva la vida!
Y ahora, interrupción, alguien ha vomitado sobre la púrpura alfombra   
es que ese café vino adulterado desde la cocina
tuvo que ser el don que lo preparó
se sirvió un poquito según sus cuentas
pero al roco le tiembla la mano.
Hermano, no chirrees
no forcés los goznes de la paciencia
que ésta casa está llena de muertos y un loco
de un muerto y los locos
todos saliendo, otra vez en fila india
cargando un féretro de caoba al despuntar el alba.




No hay comentarios: