domingo, 30 de diciembre de 2012

ESE ERA TODO EL ASUNTO


Era una tarde bochornosa de finales de diciembre, habíamos decidido salir de la puta ciudad siguiendo cualquier rumbo, armados con dos botellas de vino que compramos en oferta en un supermercado, una bolsa de chips, una salsa picante y 200 pesos en marihuana. Llegamos al muelle de Masachapa a eso de las 3, había una moto parqueada y una pareja recostada sobre ésta mientras veían el mar. Se me vino una imagen a la mente, una imagen que me recordaba que en algún momento estuve ahí, caminando sobre aquel monstruo de piedra negra que se yergue 5 metros sobre el agua según mis cálculos, y ahí seguía el viejo monstruo pero muy hecho mierda a decir verdad, derrumbado a mitad del camino, con las vigas pudriéndose, con la carne colgando, en el esqueleto. Desolador quizá para quien vive ahí, a mí no me hizo mella del todo, es más, sentí cierto atractivo por el abismo que dejaba la construcción caída, lo que pude constatar después cuando estuve al borde del derrumbe. No sé, dicen que los abismos llaman a la gente a lanzarse, eso debe en cierta forma determinar la cifra de suicidios, es decir, los imbéciles no se matan porque quieren, no como algo premeditado, es más bien fortuito, están quebrados, terminan con sus novias, los echan de sus trabajos, ven el borde del abismo y se lanzan. Como sea. El punto es que estábamos en la playa, nos instalamos en un ranchito cubierto por almendros, había un grupo de lugareños perdidos en guaro, hablando con eses arrastradas y cagándose de risa por cualquier cosa, puse mi guitarra en una silla, me saqué la camisa, pedimos 3 cervezas mientras esperábamos a que el otro grupo llegara. Un viejo me llamó, pidió que llevara mi guitarra, me preguntó ¿es Yamaha? me crucé de brazos, yo pensé que esa era una marca de motos y a decir verdad no tenía ni puta idea de la marca de la guitarra, el viejo empezó a rasgarla que dio miedo con sus dedos de uñas mugrientas y larguísimas, un bolerito, lo cantaba muy ronco y muy alto, los lugareños efervescían al fondo, reían como hienas y yo estaba parado ahí, viendo como ese viejo me pateaba el culo en la guitarra ¿usté que se sabe? toque usté, lo quiero escuchar; le dije que se olvidara del asunto, pienso que generalmente toco para mí como un eufemismo de que toco mal, le dije que tocara lo que quisiera que yo iba por mi cerveza, estuvo bien por unos minutos pero después llegó a apostarse frente a la mesa, sujetó fuertemente la guitarra y tocó, cantando y enseñando sus dientes enchapados. Tocó por años -nos contó- con un grupo de ahí, montaban sus chivos en las bodas y en los quinceaños, tocaban para colarse a las fiestas y tener guaro gratis, uno de ellos murió en el mar hace años y ahí se acabó todo, el resto o están muy ocupados o muy jodidos o muy ebrios como para tocar. Jodió de nuevo con que tocara, le repetí que olvidara el asunto, y se fue. Fue una situación que llevó a otras situaciones, ellos (los lugareños) sintieron cierta falsa confianza con la tocada, como si tenían el permiso para llegar a joder a la mesa y plantarse a hablar mierdas, lo digo porque uno lo hizo, estaba totalmente bolo y apestaba a pescado descompuesto, mi amiga me hizo un guiño inquieto y su novio me quedó viendo con cara de protesta ¿Amigo usté toca algo? le pregunté, a mi mujer, contestó, pues puede ir yéndose mucho a la mierda, le dije. Por alguna extraña razón y contra lo que yo pensé el tipo no riñó, se levantó de la silla, se rascó la cabeza y se fue. Al momento llegaron el resto de nuestros amigos, el que conducía se venía quejando de que la policía los paró más de 3 veces y de lo cerotes y lagartos que son los oficiales, otro traía 2 tablas de surf, también venía Y, una desconocida que a simple vista estaba buena y al verla con mayor detenimiento se ponía mejor, me le presenté yo solo, me preguntó si era mía la guitarra y le toqué un par de coros, los de cajón, los que yo sé que las manos manejan aun con los nervios.

El asunto del vino fue todo un pedo, nadie pensó en un descorchador. Decidí llevar las botellas con el señor del bar, quien mandó a otro a buscar el descorchador en unas cajas enredadas en una trampa de nylon grueso, probó con un tornillo, con un cuchillo, con una tenaza, todos se habían agolpado en torno del viejo este y emitían sus ideas, bastante estúpidas de hecho, sobre como abrir la botella, hasta que un viejo que estaba callado dijo lo mejor: Pelón, te vas a meter a clavos, dale la mierda al chavalo y ahí que vean ellos como hacen, dale la mierda. Aplaudí sus palabras, cogí las botellas y regresé a la mesa. Decidimos hundir los corchos en las botellas, uno estaba astillado de tanta jodedera del viejo del bar pero las astillas de corcho no matan a nadie hasta donde sé. Después el mar. Tenía mucho tiempo de no tocar el mar, estaba calmo, parecía una laguna salada, me sentí feliz y pleno, lejos de cualquier mierda o estupidez volando en mi cabeza, podía morir ahí mismo con todo placer. Alguien más entró con la intención de quedarse a la par pero lo corrí con bolas de arena, nadé mucho, de un lado a otro, sin sentido, atravesé el muelle y la lama asquerosa y divisé a mis amigos haciendo el ridículo con sus tablas de surf.

Al cabo de un rato me sentí seco y decidí salir por una cerveza. Fui a la barra y al regresar me senté a la par de Y, tenían una grabadora con raggae, uno de mis amigos bailaba mientras el humo del churro se perdía entre el viento y las hojas de almendro, un par de botes regresaban aparentemente vacíos. Esta Y hablaba con alguien más mientras me rozaba la pierna, las pláticas iban entre el bacanal, el chisme, la vida en cualquier otro país y la marihuana que fumábamos, que no era lo mejor que se pueda conseguir pero que estaba bien. Entonces me di cuenta de que estaba terriblemente solo y a años luz de mis amigos que no son justamente amigos sino compañías convenientes y ocasionales. Pero en realidad todo aquello valía mucha verga, Y estaba buena y tenía semanas sin coger, hablamos un poco, se empinó una botella de cerveza en menos de 20 segundos y me di cuenta de su triste destreza. Siempre he pensado que una mujer que bebe es una mujer doblemente estúpida, me permito hablar de géneros porque ¡puta! a todo el mundo ahora se le da por hablar de géneros. Pero esto del guaro con las mujeres es una cosa que me parece terriblemente incompatible por el simple hecho de que a un amigo lo dejo en su casa y listo pero no se puede coger con una borracha, no puede uno encomendarle una tarea a una borracha ni despertarse bien con ella, es ridículo. Tuve una novia que bebía mucho, creo que también es cuestión de predeterminación genética, su papa era un viejo chaparro que consumía 5 veces más guaro de lo que su cuerpo permitía; entonces ella empezó y yo lo tuve que terminar antes que se implantara el caos. Mandar a la mierda a una novia borracha es la mejor decisión que uno puede tomar, y para equidad de géneros también lo más sano es mandar a la mierda a tu novio borracho. Pero Y parecía muy bien a pesar de todo, y su pierna estaba más inquieta para mi fortuna. Se pusieron a cantar, a contar chistes de negros y de gallegos, yo siempre fui fatal para los chistes no porque los cuente mal sino porque no tengo retentiva, casi todo se me esfuma. Nos terminamos las 2 botellas de vino y alguien salió con un vodka en la mano, todos a darle. El sol se ahogaba lentamente, mi amiga se cayó de la silla y le echó la culpa al novio, reímos, alguien agarró mi guitarra y empezó a tocar, saqué la armónica para seguirlo pero pronto oí que aquello no iba a funcionar. Los lugareños bailaban entre ellos o hacían lo que podían para mantenerse en pie, se abrazaban y vomitaban la espalda del otro, vimos un intercambio de puños y la hoja de una navaja surgir de un bolsillo pero pronto todo volvió al baile, los abrazos y los vómitos.

Entonces apareció esta imagen en la que Y estaba con las rodillas sumergidas en el mar y yo delante de ella, agarraba mi verga con su mano derecha y con la izquierda se tocaba un pezón, quería mamarme todo y llevarme en sus entrañas o al menos era lo que parecía. Terminamos el asunto a eso de las 6. Cuando la policía nos detuvo no pudo encontrar más que ramas secas y aliento a guaro y pescado en nuestras bocas. Mala suerte imbéciles.   
        
        

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