sábado, 10 de abril de 2010

COCTEL

El señor C. había probado mucho de todo en esa tarde, un compuesto alucinógeno que lo tenía al borde del colapso. No había comido desde hacía tres días, igual no lo requería porque había dejado atrás al estómago en el proceso. Chispas, humo y estrellas fugaces que explotan en el horizonte difuso, agujas, rayas y fármacos, tiembla el cuerpo por la presión, y el señor C. jamás se había sentido tan bien, tan vivo y liviano. A su lado H. la doncella de piedra, desnuda, fría y salvaje, cubierta de moho y anestesiada por el coctel alucinógeno que el señor C. le daba sin parar, quería mover los ojos, agitarse y que le saliera sudor por los poros, sentirse liviana y levitar como una hoja o una bolsa polvosa y olvidada, llorar y orinarse de risa, defecar en el pasto y llenarse los pies. La señorita F. meditaba, filosofaba en el balcón con los brazos abiertos y una inmensa sonrisa impresa en sus labios de musa, había llegado de muy lejos y se prometió no volver al lugar de donde venía, ahí donde todo era alerta y sirenas, reflejos grotescos de día y de noche, y el clima, el clima de mierda que lleva a la gente al suicidio. El señor M. yacía convulso en el piso, todo da vueltas y vueltas, no para ¡para, puta, para! de su boca salía espuma negra y de sus dedos humo amarillo, era su dios ácido que lo tenía poseído y le iba consumiendo la vida...en balde era médico el señor M., en balde le salieron seis años de estudio porque no podía salvarse a sí mismo. Alguien estaba a su lado, la niña S. con su pelo rosado en la cara, inhalando, fumando, rayando, cortando y carcajeándose, retorciéndose de la risa. Había abierto los ojos en ese mundo desconocido antes para ella, alguien la trajo y la puso ahí al lado del señor M. para que inhalara, fumara, rayara, cortara y se retorciera de risa. Llevaba números escritos en la piel, un vestido verde y zapatitos de charol. Allá en el cielo no es muy distinto, cada luz es un universo estelar, gaseoso y alucinógeno. H., la piedra tiesa recobró la vida, dejó sus temores y esquemas, salió a levitar como una hoja, como una bolsa polvosa y olvidada, y se fue a habitar en un pedazo del cielo.
[+] Imagen: Zhou Fan

1 comentario:

Anónimo dijo...

UUUUUUUUUUUiii que alucinado!!!