viernes, 26 de marzo de 2010

OJOS VIOLETA

Precisamente fue esa la única noche en que exististe para mi piel. Nos caracoleábamos con la sabana y nos hacíamos remolinos rosados con nuestras lenguas, hasta tocar el paladar o el estómago. Si, preferí callar porque no sabía que decía mientras leías las grietas de mi epidermis pedregosa… ¡callate, que el silencio recorra nuestros pétalos trémulos y el tacto nos ruborice, moreno, nos ruborice! y nos zambullimos juntos hacia aquella tabla acolchada de cuatro patas que nos recibía tan pacientemente, aun y cuando sabía que habrían retumbos, rechinadas y mutilaciones. En esta clase de cosas no existen desenlaces ni soluciones pretendidas, existen sí los cuerpos comprimidos disolviéndose en el fondo lechoso de un vaso redondo, existe la efervescencia de la materia en el universo como dos cuerpos comprimidos diluyéndose, disolviéndose…el big bang nos proyecta al techo en un dos por tres, la cama no reclama sino que recibe el peso pacientemente. ¡Ay vos, ay vos! divino encontrar manantiales bajo el desierto ¡ay vos! como se ensamblan mi cuerpo y tu cuerpo en esta nuestra cadena de producción elemental. Rara cosa ponerle nombre a una almohada, dormir borracho, (mientras el suelo se va perdiendo hacia abismos grises) sufrir pesadillas húmedas y llantos helados. Acá fue donde te reencontré, yo desnudo y con pena, vos…cualquier transeúnte de ojos violeta.
[+] Imagen: Dahlia, James Jean

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