Y (...)
río y danzo
por las noches, y ando a oscuras en el bosque sin lastimarme la cabeza.
A veces me
desdoblo/me bifurco
y mis dos
yos llegan al mismo punto justo al momento de la comida.
De vez en
cuando pienso en el urbano fragor
pero la
soledad ya no me apena
acá no hay
interferencia ni elocuencia, tampoco sonidos radiofónicos
ni de
aparatos electrónicos… ni siquiera hay apariencias.
Juego al
animal cazado o me derrito en fogatas de boiscouts como malvavisco
para
sobrellevar la intemperie.
Hay días en
los que brillo. Es una luz tenue intermitente púrpura que sale de mi pecho,
luego del
suceso cosecho hongos, me les como así enteros y los vomito…
entonces
todo se torna rutilante, como un mar de espejos rotos que emerge de mis
entrañas
ergo, mis
ojos se multiplican en cuencas refractarias de los poros del suelo
que
despiden haces solares
o
huellas de la era posnuclear
da
igual
el extravío en
el brillo es el mismo.
Hay días de
bruma, entonces las luces se difuminan
se vuelven flashes efímeros
piedras
volcánicas flotan incandescentes
frotándose
las lenguas con fuego primigenio
la luna
roja mengua sobre un telón traslúcido
y se
divisan deidades copulando brutalmente.
Alguna
parte de mí trasciende al cuerpo
y
resuena en el tronco de un árbol
o hace
ondas expansivas en la superficie del lago
cuyo fondo
es frío y turbio y frío
y
está plagado de cadáveres de xerófitas multicolores
que se
alimentan de los cadáveres.
Alguna parte
de mí lucha por volver al centro, o a la absurda realidad
se queda
ahí –animal absurdo- absorto en su propia mortalidad
el cielo oscuro que le pasa por debajo
los cascos de antílopes en estampida machacando
su espalda
el colmillo de bestia atravesándole el cráneo
nada le
separa de su empecinamiento
de su
humanidad papel mojado.
Un grito
apagado suelta el fondo del túnel
allá donde
las ramas se transforman en espinas
donde hay
espinas pienso en espigas que cultivo con palabras luminosas
pues las
sombras siempre invocan ruidos huecos
que
truequeo por huesos y a su vez los huesos por más hongos
para que
así una parte de mí convenza a mis restos.
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