domingo, 28 de junio de 2009

EDUCACIÓN PARA LAS MASAS

Recuerdo como hace una década las transnacionales petroleras en un intento por renovar su imagen y consolidar sus monopolios de enclave lanzaron una campaña agresiva y pomposa, deslumbrando a los ojos acostumbrados a la oscuridad con sus gasolineras ataviadas de neón; vinieron con sus tiendas de puertas corredizas, con su olor a café expreso y a fritura, con alimentos de sabor a preservante, se asentaron para incentivar al consumo local e ir borrando de a poco la identidad cultural colectiva. Poco a poco el panorama urbano se fue llenando de rótulos, Esso, Shell y Texaco, los cultos más puros a las corporaciones. Las gasolineras tuvieron un boom efectivo en la sociedad, se convirtieron en un punto de encuentro, en un hábito, en un mercado de productos, puños y vicios. La sociedad las asimiló rápidamente.
Salí por unas cervezas. Brisaba apenas, era una de esas noches convulsionadas difuminándose por las calles de Managua, la gasolinera estaba atestada de gente, de bulla, de euforia. La fila era lenta y torpe, al cabo de un rato llegué a la caja, me llamó la atención que a la par había un estante con libros empaquetados, sacudí un poco la cabeza como no creyendo en lo que veía y volví a ver por si acaso, ahí estaban García Marquez, Vargas Llosa, Saramago, Neruda, Deepak Chopra entre otros, contenidos en un estante metálico de color negro, con forma de haber sido un rótulo frío en su vida anterior. Pregunté al cajero por la reacción de la gente a lo que me respondió con tono seco e indiferente- ¡no hombre si eso sólo está de adorno ahí!- es un elemento completamente fuera de tono, pensé; talvez es un proyecto mal encaminado de la Esso para redimir sus culpas o una mala idea de una editorial desesperada por vender. Pero el fin justifica los medios, la cultura, la literatura, las artes, ejes fundamentales de una sociedad progresista y desarrollada, deben promoverse por doquier, en universidades, teatros, escuelas, en tiendas, mercados, gasolineras incluso; el problema radica en si el mensaje se envía y recibe adecuadamente. Las obras se venden como artículos simples e indiferentes, con un precio alto, muy distante a la capacidad de adquisición de nuestra sociedad. Entonces ¿cuál es la verdadera intención tras los estantes con libros? el mero lucro, la estética, la necesidad por llenar espacios...todo menos cultura popular, porque para eso se requiere mucho más que una pila de libros a la venta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

yo he comprado libros ahi.. siempre ha habido estante de libros en las on the run, no son tan caros, pero en general, la gente prefiere pagar un combo de pollo familiar que pagar lo mismo por un libro que me da dias de placer, no un rato de empanizado con glutamato, pero asi es la vida, cada uno la vive como quiere. pero si venden los libros.